ALBERTO CORRADINE ANGULO
INFRAESTRUCTURA DE UN MAESTRO.
“Se puede proyectar con la misma facilidad un rascacielos que dirigir la restauración de un monumento».
Alberto corradine Angulo
De un caserío cercano a Wolverhampton ciudad inglesa del reino Unido, emerge la primigenia de la dinastía Corradine, donde los primeros se dedicaron a las siderúrgicas de la ferrería, aceros y actividades relacionadas. Precisamente estos conocimientos trajeron a los Corradine a Colombia, específicamente a Pacho donde emergió este linaje europeo con las luces de esta sabana que empezaba a darle forma a uno de los arquitectos más importantes de la historia de Colombia
El Maestro Corradine habla de la siderúrgica de Pacho en documentos importantes como parte de un trozo de la historia de cómo el primer Corradine llego a suelo colombiano.
El grupo llegó para 1847, y la relación de sus nombres se registra en 1853 en un memorial dirigido a la cancillería colombiana, ellos fueron: James Bruce, escocés, con su señora y 12 hijos, para trabajar como superintendente o director de la producción; Martín Perry, inglés, con su esposa y 4 hijos; Edmond Edward Corradine, natural de Inglaterra, con esposa y 3 hijos; John James, inglés, con señora y 5 niños; William Witingham, inglés, con esposa y 2 hijos; Samuel Kinsey, inglés, con esposa y 1 hijo; Thomas Jones, inglés, soltero y William Tyacke, inglés. Los salarios mensuales de los técnicos contratados oscilaban entre 140 y 24 pesos. Debía reconocer los salarios y sueldos al personal técnico traído de Inglaterra. Un alto horno debía apagarse siguiendo un procedimiento especial que implicaba varios días de labor, de otra manera quedaba para reconstrucción total su recubrimiento interior.
(De las ferrerías a la siderurgia Corradine Angulo, Alberto
Colección: Orígenes de la banca y la industria en Colombia 1850-1950; Credencial Historia)
Otras familias inglesas llegaron a Pacho donde la ferrería funciono durante 10 años donde se vendía acero para toda esta región que empezaba a encarar el camino al progreso. Sin embargo a la muerte de la persona que siempre estuvo frente al negocio fue decayendo ante el desinterés de los herederos.
El maestro recuerda que Jorge un ancestro Corradine se enamoró perdidamente de una señorita nativa de simijaca y de ahí los primeros miembros de su familia se fueron a Chiquinquirá donde nació su padre, y posteriormente por azares geográficos y de la vida llegaron a Zipaquirá.
El Maestro Corradine nació en Zipaquirá en una casa diagonal a la casa cural según cuenta el mismo, entre risas.
Corradine en un inicio no soñaba con la arquitectura, en los primeros años tenía muy presente estudiar ingeniería, sin embargo el temor a las matemáticas hizo que aquel muchacho se inclinará hacia la arquitectura convirtiéndose en uno de los mejores arquitectos de nuestro país.
Corradine y la Arquitectura
Un arquitecto para Colombia debe entender este país para poder intervenir en él. Para ello tiene que conocer el territorio, su geografía, su clima y los diferentes lugares, y estar en capacidad de analizar un sitio particular cuando tenga que resolver un problema específico. Requiere conocer la sociedad, sus clases y estamentos, sus conflictos y organizaciones políticas, sus culturas, mentalidades e ingenios; comprender la economía del país, su estructura y funcionamiento, sus potenciales y recursos; conocer las tecnologías constructivas regionales, sus modalidades y posibles innovaciones; y conocer muy bien la historia de la nación y sus tradiciones. Para lograrlo, el arquitecto debe saber investigar, pensar, crear e interactuar con otros profesionales y otras personas de su disciplina, y al hacerlo tener herramientas para aportar su capacidad de proyectar el espacio, de considerar varias determinantes y hacer una propuesta realista, construible y adecuada.
La arquitectura y el amor
Y fue en la Universidad nacional donde inicio todo, ese pasaje maravilloso que lo puso en las escalinatas más altas de la arquitectura, donde de forma certera sus análisis e investigaciones iban buscando eco no solo en Colombia sino en Europa.
Y mientras estaba en esa búsqueda intelectual también llega Helga y el amor.
Dice Helga que nunca fueron amigos ya que el joven Alberto era un estudiante demasiado entregado y pertenecía a diferentes grupos de estudiantes, mientras ella era una jugadora den ping pong que no lo quería mucho ya que jugaba con ecuaciones en el tablero hecho que le parecía una falta de modestia.
En ese transcurso por la universidad nacional inicio un amor infinito.
En varios textos de arquitectura también están los conceptos de Helga Mora, ya dicen que detrás de un gran hombre, hay una gran mujer, detrás del intelectual, hay otra intelectual y detrás de ese éxito total está el amor, sin el nada es posible.
Llevan 60 años juntos compartiendo las tesis de arquitectura que les ha permitido que sus conocimiento se hallan esparcido en diferentes puntos del mundo, tienen 8 hijos y 14 nietos, un amor sin fin desde que en el interior se aceptaron el uno al otro tal y como son, donde no hay cabida a celos ni sentimientos negativos, donde la vida misma tomo otros fundamentos desde el respeto y la tolerancia, donde el diario es aprender y enseñar, en un hogar incrustado en el amor y el conocimiento.
No se puede amar sin admirar al otro, en ellos se ve ese amor forjado por el tiempo, en la construcción de una muralla almática impenetrable.
Son pareja hace mucho donde Helga confiesa que fue su abuela fue la que le aseguro que Alberto era el indicado, gracias a un detalle que le dio demostrando su afecto.
Ella de la ciudad de los dátiles y los dulces Suata y él un descendiente de ingleses con el alma salada.
Actualmente son el modelo de una arquitectura fuerte y hermosa, que no necesita de restauraciones pues se halla intacta a pesar de la inclemencia del tiempo.
La arquitectura de lo humano
Es Alberto Corradine el zipaquireño, el maestro, el docente, el arquitecto, el escritor, co fundador de la Academia departamental de historia, miembro de diferentes organizaciones dedicadas a la historia y el trabajo intelectual, el esposo, el padre, el abuelo, el amigo, un hombre que tras su aspecto elegante de siempre encierra a un hombre sensible, amable, un hombre con una sabiduría que no queda justificada solo en los libros, solo estar junto a él, tener la oportunidad de escuchar todo lo que tiene que decir es un privilegio,
Él es intelecto, tradición oral, sencillez, academia, profundidad, todo lo que se puede escribir sobre un verdadero maestro, un ser humano que vino a cultivarse intelectual y espiritualmente y que ha dado luces a muchos de un camino dibujado en cuanto a conceptos y realidades.
He aquí la infraestructura de Alberto Corradine un hombre de carne y hueso que paso su juventud ahondando en lo importante para dejarnos a los que nacimos debajo de este mismo cielo un legado inefable que nos remembra el cotidiano zipaquireño y nos deja el orgullo de poder decir, que caminamos una tarde con el Maestro Corradine, que nacimos a tiempo para conocer su obra.
Alejandra Castro Jula
libro Rutas, rastros y rostros.